Cine, TV, Video: crítica: Bad Blood (2017)

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Es una de mafiosos hecha por los números (aunque esté basada en hechos reales); pero algunas performances intensas y un ritmo ágil lo convierten en un entretenimiento ameno y fácil de digerir.

Cine, TV, Video: crítica: Bad Blood (2017)

Por Alejandro Franco – contáctenos

calificación: 3/5 - buenoMafiosos a la canadiense. Bah, en realidad son los mafiosos de siempre, sicilianos, solo que están radicados en Montreal y volviendo locos a los locales de apellido francés. Bad Blood supone ser una versión ficticia de una familia mafiosa real, los Rizzuto, los cuales construyeron un imperio en la capital de Canadá y sus alrededores. Eran tan violentos como sus pares norteamericanos, con la diferencia de que las autoridades canadienses no estaban tan bien organizadas como el FBI, razón por la cual los Rizutto operaron con total impunidad durante décadas, y se metieron de lleno en el negocio de la construcción, ganando mas dinero con eso que con el juego, las drogas y la prostitución. En cierto sentido fueron unos triunfadores en su rubro – la Cosa Nostra neoyorkina solo pensaba en su mundo criminal, y Vito Rizzuto quería legalizar el imperio y convertirlo en una corporación, amén de operar sus negocios criminales como una seda gracias a diplomáticas alianzas que había hecho con los grupos facciosos mas disímiles que operaban en Canadá, desde mafiosos haitianos hasta motoqueros -, y Bad Blood refleja su apogeo y caída.

La serie es breve – 6 capitulos de 45 minutos -, que van a toda marcha avanzando con la historia mientras inserta flashbacks sobre el origen de los diversos personajes principales. Es su timming lo que le impide que sea mediocre, ya que no hay nada nuevo acá sino un reciclado de clichés de una decena de películas de mafiosos mas antiguas y famosas, comenzando con El Padrino. Tenemos el consigliere, el despiadado mano derecha, el guardaespaldas bruto pero fiel, el hijo ambicioso y descontrolado, la amante leal pero sufrida… Como cada cosa que ocurre en Bad Blood solo dura unos minutos antes de pasar a la siguiente, la serie nunca te aburre. Hay cosas interesantes pero, por el otro lado, las performances son dispares a lo largo de la tira. El mas medido es Anthony LaPaglia, demasiado gordo – ves todo el tiempo que al tipo le cuesta moverse, se agita -, el cual puede hacer este papel dormido. Enrico Colantoni bordea la parodia; que sea italiano no significa que sirva para el drama y lo suyo siempre fue la comedia, así que podrían haberlo reemplazado por otro tipo mas efectivo. y el mayor de todos es Kim Coates, un loco de la guerra que puede ser descomunalmente salvaje e intenso, o sobreactuar de manera chocante e irse de mambo en las secuencias mas dramáticas. Como él es el productor, nadie le dice nada, pero lo suyo es un sube y baja que va de lo admirable a lo chirriante e incomodo.

Bad Blood es una curiosidad porque, partiendo de una historia real, planea una segunda temporada completamente ficticia basada en el personaje de Kim Coates. Para matar el tiempo es muy buena, la historia va rápido y tiene su cuota de momentos inspirados pero, por otra parte, nunca sale del cliché reciclado con algo de estilo, no siendo su punto fuerte la originalidad.