Música y letras de canciones: Disco Demolition Night: El día mas oscuro de la música Disco

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Disco Demolition Night: el dia mas oscuro de la musica Disco

Por Alejandro Franco – contáctenos

Década del 70, pleno auge de la música Disco. El género ha estado fermentando desde principios de la década pero el filme Fiebre de Sábado a la Noche (1977) lo ha hecho explotar en toda su intensidad. El Disco empapa a toda la sociedad y no hay rubro artístico que escape a su influencia: hay películas Disco, series Disco, ropa Disco, literatura Disco, e incluso estrellas del rock (como Rod Stewart y Paul McCartney) y artistas de todo tipo (desde Percy Faith a Ethel Merman) que se animan a coquetear con él. La fiesta de los Grammys se vuelve monotemática ya que los artistas Disco arrasan con los premios. ¿Acaso la música Disco es el género del futuro y está destinada a sepultar al glorioso y venerable rock and roll?.

Mientras la euforia Disco llevaba a suponerlo, lo cierto es que una multitud de gente había comenzado a odiar el género con toda su furia. Los especialistas decían que era una moda pasatista y hueca, incapaz de producir canciones de valor artístico. Los padres odiaban, mas que la música, a la cultura Disco: la de las discotecas recargadas de drogas y promiscuidad, el culto a la apariencia y la superficialidad, la difusión de valores huecos y falsos. Y, desde ya, estaban los conservadores, reacios a que el Rock & Roll pudiera ser arrollado por semejante música hecha por gays, latinos y afro americanos. Oh, sí, los orígenes de la música Disco se encuentran en las discotecas gays, y pronto sectores minoritarios terminaron sumándose a la movida, encontrando un espacio en donde expresarse y obtener fama y dinero fácil. Piensen sino en KC and the Sunshine Banden donde el caucásico vocalista era acompañado por una banda de morenos -, las vocalistas afroamericanas que estuvieron en boca de todos – Donna Summer, Gloria Gaynor, y una larguísima lista -, o la banda prototípica Village People, pensada como un golpe de mercado para seducir a la comunidad gay.

La intolerancia a la cultura Disco produjo un incidente, tan famoso como infame, y el cual es considerado el principio del fin del género. No es que el incidente generara consecuencias en sí, pero la espontainedad del fenómeno (y su masiva concurrencia) generaron una señal que fue captada por las productoras musicales, entendiendo que el público había llegado a tal punto de saturación que resultaba necesario explorar nuevos caminos musicales.

Antecedentes

En 1978 una emisora neoyorkina de poca monta (la WKTU-FM), decidió abandonar su programación habitual de Rock & Roll y se volcó con exclusividad a la música Disco, obteniendo los primeros lugares de audiencia en poco tiempo. Movidas similares fueron imitadas por otras emisoras, incluyendo la que trabajaba el DJ Steve Dahl en Chicago. Dahl – fanatico a ultranza del Rock – se negó a cooperar con la nueva administración y por ello resultó despedido en las navidades de 1978.

Obteniendo un puesto en una de las pocas emisoras de Rock que aún quedaban en Chicago, Dahl volcó toda su frustración a atacar la cultura Disco, generando un movimiento que llamó The Insane Coho Lips. Ya sea grabando parodias de conocidas canciones Disco (como Do You Think I’m Sexy? de Rod Stewart), fomentando a sus fans a que atacaran discotecas, o incluso destruyendo al aire vinilos de reconocidos intérpretes (como el de Van Mc Coy, el cual fue destrozado el mismo día en que se dió la noticia de su muerte), Dahl hizo prédica de su odio hacia el género, generando una legión de seguidores que compartían su opinión.

El cómo se cruzó el camino de Dahl con el de los organizadores de un partido de baseball entre los Tigres de Detroit y los Medias Blancas de Chicago es una de las coincidencias mas bizarras de la historia. Los responsables del partido querían una promoción temática y contrataron a la radio donde trabajaba Dahl; éste, a cambio, les propuso un evento bastante particular: darle una rebaja en la entrada a aquellos asistentes al partido que trajeran consigo un vinilo de música Disco. La consigna era acumularlos y, en el entretiempo del partido, llenar una gigantesca batea con los vinilos y hacerlos explotar en medio del campo, en señal de repudio al género musical que Dahl tanto odiaba.

Los organizadores estaban tan desesperados por recaudar que aceptaron sin dudar. El estadio tenía capacidad para 44.000 espectadores y, en los últimos partidos, habían podido recolectar apenas 15.000 personas. Ni siquiera Dahl esperaba que apareciera demasiada gente atraída por la consigna y, cuando sumo, aspiraba a juntar 20.000 personas como máximo.

Lo que nadie pudo anticipar aquel 12 de Julio de 1979 es que las cosas se saldrian de madre… y por mucho. La seguridad era escasa – esperaban un estadio ocupado por la mitad o menos – y las vallas eran endebles. Lo que nadie pudo anticipar era que una multitud llegaría al estadio y, al impacientarse en los controles de ingreso, terminaría saltando alambrados y bardas. Fuentes de la época estimaron que entre 50 y 55.000 personas se presentaron en el Comiskey Park, superando por mucho la precisión mas optimista.

Pronto quedó claro que a la mayoría de los espectadores no le interesaba el partido sino la consigna de Dahl. Panfletos que expresaban el repudio a la música Disco abundaban en las tribunas, lo mismo que las camisetas con frases ofensivas. Nubes de humo de marihuana flotaron sobre el estadio, y un público sacado comenzó a bombardear el campo con petardos y botellas.

Cerca de las 20.35 apareció Dahl en el campo rodeado de sus fans. Portaba casco y uniforme estilo militar, e hizo una vuelta triunfal en un Jeep alrededor de la cancha. Se acercó con una bengala a la batea y prendió fuego a la mecha de los numerosos explosivos asentados bajo la montaña de vinilos de música Disco aportados por los espectadores. La explosión no se hizo esperar y, contra todo lo previsto, dejó un grueso agujero en el suelo. Como si la detonación marcara el inicio de una carrera, el grueso de las tribunas se lanzó hacia el campo, dispuestos a depredar los restos de la humeante pira de discos. Rompieron el contenedor de los bates de baseball reservados para el partido, y salieron desaforados a apalear los restos de los vinilos que yacían en el piso del estadio. Arrancaron pedazos de césped y comenzaron a crear fogatas en todas las partes del campo, lanzando pedazos de disco a las llamas. La policía de Chicago fue llamada de urgencia y, aunque no hubieron bajas, al menos llevaron a 39 detenidos. El estadio quedó inutilizable y el segundo partido de baseball debió ser suspendido de urgencia.

Es posible que el evento organizado por Dahl haya servido como una especie de catarsis colectiva. A final de cuentas la música Disco había dejado de ser un género musical para transformarse en un fenómeno cultural que empapaba a todas las artes y todos los artistas, avasallando incluso géneros tan tradicionales como el del Rock & Roll. Sea por desborde y saturación, o por el conservadurismo de la época – los Estados Unidos pasaban por una seria crisis económica que terminaría con el ascenso de Ronald Reagan al poder -, lo cierto es que el odio hacia el género (y todo lo que él representaba) terminó por materializarse aquella noche de julio de 1979, marcando el inicio del fin. Un año mas tarde la música Disco había prácticamente desaparecido de las bateas, debido a que los productores musicales atendieron la señal dada en aquel estadio de baseball de Chicago. Aún con ello la música Disco se dió maña para sobrevivir durante décadas, primero en homenajes y covers aislados y, después al ser redescubierta en la alborada del nuevo milenio, dando temas creados e interpretados por artistas del calibre de Lady Gaga, Madonna, Daft Punk o Pharrell, una clara señal de que el género está lejos de estar muerto y puede regresar en cualquier momento.