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Es hora de redescubrir autores y personajes, y qué mejor que este agente secreto mujeriego, vividor y zarpado que hizo las delicias de sus fans por mas de 50 años.
Por Alejandro Franco – contáctenos
El bigófono se pone a temblequear. Descuelgo. La telefonista, arrastrando las «r» (es de Perpignan), me dice que el Viejo me reclama con extrema urgencia.
Me lanzo escaleras arriba. El Boss me espera con impaciencia, pues cuando llamo a la puerta, es él quien me abre con gesto nervioso. Cosa insólita, viste un traje príncipe de Gales. Es la primera vez que le veo vestido con otra cosa que no sea azul marino. ¿Es que se habrá enamorado?
Observo su rostro pulcramente afeitado, su cráneo reluciente como un supositorio a punto de entrar en funciones, su mirada acerada, sus labios delgados, y me pregunto qué chorva podría tener ganas de jugar a los cuatro jamones con semejante desastre.
—Hola, Sanantonio. Siéntese usted, tengo que hablarle…
(de Armas Para la Eternidad, 1957)
Cuando Steven Spielberg era un director novel, descubrió por casualidad un borrador del libreto de Tiburón en el escritorio del productor Richard Zanuck. Este le preguntó si estaba interesado – para ese entonces les estaba costando bastante encontrar el director adecuado para el proyecto – y Spielberg le contestó:
– Esto no es serio, es un producto meramente comercial. A mí me interesan hacer películas.
– Bueno… si te interesan hacer películas, primero tienes que hacer productos meramente comerciales… que son los que pagan tus aspiraciones artísticas de hacer películas.
Algo parecido le pasó a Fréderic Dard. El tipo tenía aspiraciones de ser un escritor reconocido pero, claro, eran los duros tiempos de la postguerra en Francia. Corría el final de la década del 40, Dard se acercaba a sus 30 años y, aunque había escrito de todo – desde cuentos infantiles hasta novelitas baratas – seguía sin pegarla. Su trabajo como jefe de redacción adjunto en la revista Mois de Lyon le resultaba insatisfactorio. y la gente y la crítica ignoraban su trabajo.
Buscando la manera de obtener un éxito popular, en 1949 se topa con Tu parles d’une ingénue (Ici OSS 117), la primera aventura del espía internacional OSS 117 creado por Jean Bruce. Las novelas de Bruce pronto se vuelven un fenómeno editorial e incluso llegan a influenciar a un veterano ex espía inglés – que desbordaba de ganas por volcar al papel versiones de ficción de sus aventuras reales durante la Segunda Guerra Mundial – llamado Ian Fleming, que en 1954 publicaría Casino Royale y presentaría al mundo al agente secreto James Bond 007.
Pero las novelas de Bruce carecían de la sofisticación de Fleming, que se tomaba años en buscar material de archivo para narrar al detalle cada comida, trago y lugar exótico que visitaba 007. Las aventuras de OSS 117 eran simplemente lectura veloz y pasatista, y Bruce las producía a mansalva – publicó 88 novelas entre 1949 y 1963, año de su muerte en un accidente de auto… eso sin contar que su legado sería continuado por su esposa y mas tarde por su hija y su yerno, produciendo 165 novelas mas hasta el final de la serie en 1992 -. Era una manera segura y rápida de ganar dinero y Dard pensó, que si daba con el personaje correcto, obtendría un sustento estable que le garantizara tiempo y acceso a mejores editoriales para publicar lo que consideraba sus trabajos mas serios.
Así fue como a Dard se le ocurrió hacer una versión cómica de OSS 117 llamada Antoine San-Antonio. Pintón, de mentón cuadrado y cabello corto impecable, de saco y polera, rápido con las armas y las mujeres, y con una pirotecnia verbal admirable. Dard escribe en primera persona y sus relatos son hilarantes, plagados de localismos que mas tarde complicarán trasladar las novelas del personaje a otros idiomas. Pero cuando debuta en 1949 con Réglez-lui son compte!, su primera novela resulta un fracaso. Dard tendrá que pulir y domar a San-Antonio hasta dar con el punto justo en 1953 – con Du plomb dans les tripes – donde el personaje se vuelve popular y comienza a publicar 3 – 4 novelas anuales.
¿Y por qué San-Antonio es un fenómeno popular en Francia y Europa?. Porque es un vividor de aquellos, políticamente incorrecto, truhán y mentiroso compulsivo pero que siempre cumple su cometido cuando el Servicio Secreto francés le asigna una misión. Al galán le rodea una troupe de incompetentes: el inspector Bérurier, veterano, gordo y malhablado, un ignorante de aquellos al que San-Antonio bardea sin compasión; Pinaud, un anciano que prefiere seguir en el Servicio Secreto antes que jubilarse; y el Jefe, con el cual no se bromea, lo que no implica que San-A lo manipule a gusto para obtener las asignaciones que mas le interesan en los mejores lugares turísticos de Europa.
La enorme popularidad de las novelas del comisario San-Antonio no se trasladaron con justicia al cine. El personaje llegó a la pantalla grande en cuatro ocasiones, ninguna de las cuales ha sido traducida al español:
- Comisario San Antonio (Sale temps pour les mouches, 1966). Francia. Director: Guy Lefranc. Interprete: Gérard Barray (San Antonio), Jean Richard (Bérurier)
- Béru et ces dames, 1968. Francia. Director: Guy Lefranc. Interprete: Gérard Barray (San Antonio), Jean Richard (Bérurier)
- San-Antonio ne pense qu’à ça, 1981. Francia. Director: Joël Séria. Interprete: Philippe Gasté (San Antonio), Pierre Doris (Bérurier)
- San-Antonio, 2004. Francia, Italia, Reino Unido. Director: Frédéric Auburtin. Interprete: Gérard Lanvin (San-Antonio), Gérard Depardieu (Bérurier)
En cambio buena parte de los libros han sido publicados en España, Italia, Rumania y Rusia, en donde tuve el placer de descubrirlo a través de las novelas de bolsillo de la Editorial Bruguera (en mi Uruguay natal) y por la serie El Club del Misterio que presentaba un autor diferente en cada publicación semanal en Argentina (donde se conoció Armas Para la Eternidad).
Es una lástima que las películas y los libros de San-Antonio no hayan pasado la barrera de Europa por ser considerado un personaje demasiado local. Sus novelas son hilarantes de principio a fin y tan zarpadas que, en estos tiempos de lo políticamente correcto, es considerado un dinosaurio por lo anacrónico de su machismo ilimitado. Pero, si tiene la ocasión y ve una novela de tapa negra con un tipo con saco y polera en portada en una venta de libros usados, le recomiendo que la compre ya, porque tendrá la oportunidad de descubrir a un personaje injustamente olvidado.