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En los años 70 la experiencia de sonido suprema era el sistema Sensurround – una configuración de decenas de subwoofers capaces de hacer temblar los cimientos de los cines en donde estuvieran instalados -. Duró poco y brilló mucho, y marcó el sendero a generaciones de sistemas de sonido de última generación, dejando un legado que se mantiene hasta nuestros días.
Por Alejandro Franco – contáctenos
(Ilustración de cabecera: las cajas negras indican la posición de los “cuernos” (plagados de woofers Cerwin-Vega) en la configuración utilizada por el Teatro Chino Grauman para el estreno de Terremoto) (nota: fíjense la red instalada en el techo para proteger a la audiencia de posibles desprendimientos de mampostería)
Toda tecnología nueva tiende a sepultar a la anterior. Ello resulta patente con el cine – el gran espectáculo de masas desde principios del siglo XX -, el cual nunca pudo recuperarse del golpe que le produjo la popularización de la televisión en los años 50. ¿Para que ir al cine si en la televisión hay programas, películas y entretenimientos sin fin?. Con el avance de la tecnología la experiencia de ver televisión se volvió mas completa y placentera – sea el surgimiento de la TV a color, los controles remotos, las grandes pantallas, las antenas parabólicas… hasta caer en toda la parafernalia que trajo la modernidad, ya sea la televisión por cable, el DVD y el pay per view, la televisión satelital, los complejos sistemas hogareños de sonido y la alta definición -, y los cines comenzaron a vaciarse. Ante la desesperación comenzaron a aparecer ejecutivos de los grandes estudios convencidos de que la manera de recuperar al público era seducirlos mediante una caterva de soluciones – algunas de alta tecnología, otras rayando en lo bizarro – que hicieran vivir a los espectadores una experiencia única y formidable. El cine intentó aplastar a la televisión con la vastedad de sus pantallas y sus masivos sistemas de sonido, olvidando de que el público prefiere las buenas historias antes que los espectáculos grandiosos pero faltos de contenidos.
El primer paso fue la expansión de producciones en color, en una era en donde el celuloide policromático era extremadamente caro. Si los procesos de filmación se depuraron para dar películas de mayor calidad fotográfica y cromática, pronto surgió la necesidad de hacerlas mas espectaculares. Así surgió el Cinerama, en donde tres proyectores sincronizados exhibían el filme en una vasta pantalla widescreen – abandonando el tradicional formato 4:3 que era respetado incluso por la televisión -. Mas tarde surgieron la cámaras 3D, generando una pequeña oleada de filmes efectistas que no llegarían a la década del 60 (habría que esperar hasta el 2009 para que el formato obtuviera su merecida revancha con el masivo suceso de Avatar). Siguieron las técnicas bizarras como el odorama o incluso los trucos circenses de William Castle para promover sus filmes (el cual hacía surgir calaveras y espectros en la sala de cine en partes especialmente preformuladas de la película a tal efecto). Vale decir, la intención era shockear de algún modo al espectador en su butaca, fuera con una pantalla gigantesca, una experiencia sensorial masiva o arrojándole algo al cuerpo como para intentar generar algún tipo de experiencia inmersiva.
Pero, de todas las triquiñuelas que ha intentado el cine para diferenciarse de la televisión – y generar una experiencia tan única como absorbente -, quizás la mas recordada sea la del sistema de sonido Sensurround, utilizada por primera vez durante el estreno de la película Terremoto en 1974.
Para entender el shock producido por la aparición del Sensurround hay que entender cómo se encontraba técnicamente el mundo del entretenimiento cinematográfico en aquel momento. Ciertamente lo visual se había superado hasta el punto de rozar la perfección pero, en cuanto al sonido, no se habían producido cambios significativos en los últimos 40 años. Las películas mas costosas y destacadas de los grandes estudios estaban grabadas en estéreo – fueran las rodadas en Cinerama, Todd-AO o Cinemascope – pero incluían tracks mono debido a que no todos los cines contaban con equipamiento de sonido multipista. Algunos experimentos sofisticados – como Fantasound, el sistema de sonido de 4 pistas utilizado por Walt Disney en Fantasía (1940) – eran muy costosos de implementar y sólo se podían disfrutar como corresponde en cines especializados.
A mediados de los años 70 el cine catástrofe estaba de moda, y los estudios habían obtenido grandes éxitos de taquilla como Aeropuerto (1970) y sus correspondientes secuelas, La Aventura del Poseidón (1972) e Infierno en la Torre (1974). La gente de los estudios Universal querían asegurarse su propio taquillazo, pero creando un filme tan masivo (un “evento” cinematográfico) de manera que la gente fuera a verlo una y otra vez. La idea central rondaba alrededor de un apocalíptico terremoto en la zona de Los Angeles y la cuestión ahora era encontrar algún truco publicitario o técnico para convertir al filme en una experiencia imposible de perder. Pasando el proyecto al departamento de creativos del estudio, los mismos barajaron diversas ideas – por ejemplo, adornar los cines con mampostería de utilería que cayera sobre las plateas en el momento de que el sismo ocurriera en pantalla – hasta que un grupo de ingenieros de sonido del estudio (Richard J. Stumpf, Robert J. Leonard y Waldon O. Watson) vino con la idea de un masivo sistema de audio capaz de shockear al público en sus butacas. Para lograrlo se utilizarían tres estaciones plagadas de subwoofers – una delante, dos detrás y a los costados, apuntando oblicuamente a la platea – los cuales, en momentos determinados de la película, bombardearían al público con sonidos extremadamente potentes y de baja frecuencia.
Aquí es necesario hacer una disgresión para ubicar al lector en el escenario tecnológico que existía en 1974. La idea de un subwoofer – un parlante especializado en sonidos bajos – era desconocida para el gran público. Los equipos de audio que utilizaban la mayoría – fueran radios o tocadiscos – eran monoaurales o, como gran sofisticación, stereos en su forma mas básica. Los equipos de audio mas complejos eran extremadamente costosos y quedaban reservados para la élite. Los subwoofers aparecieron en 1966 y no dejaban de ser una exquisitez reservada para unos pocos – un equipo de la época como el juego de parlantes 2.1 + amplificador Infinity Servo Statik 1 salía alrededor de u$s 2.000.- de aquel entonces y daban 100 Watts RMS como máximo -. Ahora imaginen tomar a toda esa gente en su estado mas virginal y bombardearlo con una masiva configuración de 48 woofers Cerwin-Vega de 18 pulgadas (con salida de 400 Watts RMS cada uno!), distribuidos en tres puntos clave del teatro (y cuya onda de choque se unía en el centro de la sala). Por si la potencia no fuera suficiente, los Cerwin-Vega estaban encastrados en enormes boxes de 80 cm de alto cada uno, empotrados en enormes toberas que apuntaban hacia el público y amplificaban aún mas la potencia de las bocinas. El efecto era parecido al de tirar cartuchos de dinamita encendidos en un estanque, en donde el sonido – de 16 hz a 100 db – hacía retumbar el piso y generaban ondas de choque que sacudían a los espectadores. La audiencia quedaba tan sorprendida como aturdida, y la sensación general era que la sala de cine se había convertido en un gigantesco cohete que despegaba con dirección a la Luna.
Ciertamente el Sensurround era un sistema impresionante. En el pre-estreno de Terremoto en el Teatro Chino Grauman el sistema de sonido literalmente rajó las molduras y adornos que tenía el cine. Las anécdotas se cuentan por decenas – gente que ha sobrevivido terremotos y que, viviendo en una casa cercana al cine, ha salido corriendo pensando que se trataba de un temblor real; acuarios cuyos peces han perecido debido a las vibraciones producidas por el Sensurround; una cristalería de Billings, Montana, cuyo inventario terminó hecho trizas al caerse la mayoría de las cosas de los anaqueles donde estaban emplazados; cines que instalaron redes en los techos, previendo eventuales caídas de mampostería sobre el público -, y la gente acudió por miles a ver el filme, convirtiéndolo en uno de los mas taquilleros del año.
Por supuesto el Sensurround era un sistema caro: había que contratar a los técnicos de RCA / Universal para que hicieran la instalación, lo que salía unos u$s 2.000.- de la época. Después de eso estaba el alquiler de los equipos, lo que costaba semanalmente u$s 500.- . Desde ya, existía la opción de compra pero era tan onerosa que se escapa al alcance de cualquiera. Además, sólo funcionaba con los filmes grabados en ese formato, lo cual lo hacía inútil para cualquier otra película. Verán: los temblores que despachaban los parlantes no estaban grabados en la banda sonora del filme sino que eran producidos por un aparato – la Unidad Generadora de Efectos -, el cual se activaba y desactivaba automáticamente por señales sonoras escondidas en una de las pistas del soundtrack. Semejante truco era necesario ya que la banda de sonido – grabada en un sistema de canales magnéticos – era incapaz de generar sonidos por debajo de los 40 hz, imprescindibles tanto para el retumbe como para los efectos de baja frecuencia.
En su momento de mayor auge existieron 800 cines alrededor de todo el mundo (400 solamente en Estados Unidos) con equipos Sensurround instalados; pero, para ser rentable, la película a proyectar debía recaudar realmente bien. Caso contrario los costos del alquiler del sistema de sonido terminarían devorando al manager de la sala.
Entre los enormes equipos, los riesgos ambientales y el costoso alquiler, el Sensurround se volvió impráctico. En total hubo 5 filmes rodados especialmente para ese sistema de sonido: Terremoto (1974), La Batalla de Midway (1976), Montaña Rusa (1977), y dos filmes de Galactica, Astronave de Combate, armados con capítulos de la serie televisiva. Para principios de los 80 el Sensurround era un recuerdo y el gigantesco stock de parlantes especializados quedaría arrumbado en los depósitos de la Universal, en donde años mas tarde serían vendidos a precio de ganga – incluso hoy en Ebay es posible conseguir algunos parlantes aislados, los cuales cotizan alrededor de u$s 5.000.- c/u -.
Yo no diría que el Sensurround fue un fracaso. Para la gente de Cerwin-Vega (fabricante de los altavoces que usaba el sistema) fue una aventura legendaria, la cual subrayó la calidad y la fama de la marca, y contribuyó de manera directa al aumento de sus ventas. La gente de la Universal obtuvo brillantes resultados de taquilla gracias al truco publicitario. Pero, lo más importante de todo, es que demostró que un sistema de sonido de gran calidad era capaz de atraer gente a los cines y que resultaba imprescindible en vista del avance de la tecnología de la época. Saliendo al paso de lo demostrado por el Sensurround es que aparecieron los sistemas de sonido Dolby – los cuales se venían probando desde 1971, cuando se utilizaron para depurar la banda sonora de La Naranja Mecánica -. En sí, el propósito inicial de Dolby fue simplemente procurar un sonido nítido de gran calidad en una banda de sonido monoaural; pero los dueños de los cines resultaron reacios a la propuesta, reclamando que, si debían invertir en un nuevo sistema de sonido, al menos el mismo debía ser stereo. Colaborando con la gente de Kodak – quienes buscaban la vuelta para implementar una banda de sonido óptica atachada al celuloide del film – es que Dolby desarrolló un sistema stereo de 4 canales proveyendo la ubicación espacial de diálogos y acción (mediante los canales izquierdo, derecho y central) y agregando un cuarto canal dirigido a parlantes del entorno y destinado a crear sonido ambiente (surround).
Los sistemas Dolby dieron sonido de calidad, subrayaron con firmeza bajos y explosiones – algo que era omitido por los sistemas de sonido de aquel entonces, basados en estándares dados por la Academia de Artes y Ciencias desde los años 30 – y, lo que era mejor, requerían un bajo costo de inversión. Lo que se hacía era simplemente reciclar los antiguos sistemas de sonido estéreo multicanal – como los de 4 vías que utilizaba Cinemascope en los años 50 -, obteniendo con mínimos cambios un sistema de audio de altísima calidad. y si Terremoto fue el filme que puso de moda al Sensurround, el disparador de la euforia por los sistemas Dolby sería el estreno de La Guerra de las Galaxias, un taquillazo planetario que tomaría por asalto a las plateas de todo el mundo en 1977.
Todo aprendizaje tiene un costo; de todo intento queda una experiencia, y toda idea – si es válida – termina encontrando una vía para materializarse de manera exitosa. Si el Cinerama nos enseñó que el formato Widescreen es el ideal para proyectar filmes espectaculares, el Sensurround formó generaciones de amantes de los subwoofers y sistemas de sonido sofisticados, y todo ello contribuyó a generar toda una camada de entusiastas y científicos, técnicos y emprendedores, los cuales terminarían desarrollando los modernos sistemas de entretenimiento que todos conocemos (y disfrutamos), los que van desde los sistemas de audio DTS, Dolby y THX hasta el BluRay, los televisores de alta definición widescreen, y los home theaters, producidos con el único fin de convertir al cine – sea en una sala o en su propio hogar – en una experiencia tan placentera como inmersiva.