Crítica: XXX, State Of The Union

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La continuación del éxito de Vin Diesel viene con nuevo protagonista, nuevo director, cero originalidad, excesivos efectos y peores resultados

Crítica: XXX, State Of The Union

Por Alejandro Franco – contáctenos

XXX State Of The Union (EUA, 2005). Intérpretes: Ice Cube, Willem Dafoe, Samuel L. Jackson, Scott Speedman, Peter Strauss, Nona Gaye, Sunny Mabrey. Dirigidos por Lee Tamahori

Hagamos un pequeño test: dígame el primer nombre que se le ocurre cuando menciono la palabra “espía”. Pensó en James Bond, ¿verdad?.

Dígame otro nombre que no sea James Bond. No se le ocurre ninguno, ¿verdad?.

Y esto es porque prácticamente todo el mundo asocia “espionaje” (entre comillas) con el agente secreto británico. Un espionaje que no es real: imagine si todos los espías que existen en el mundo tuvieran que lidiar cada día de sus vidas con locos mesiánicos que quieren conquistar / dominar / destruir el mundo. Es un espionaje de comic, porque el espionaje real – con mayor o menor distancia – es más cercano a un Jack Ryan que a 007 (y Ryan, aún así, un personaje alejado de la realidad).

La realidad es que 007 ha construido su propio nicho de aventura fantástica en más de 40 años de existencia cinematográfica. Como decía Roger Ebert, desde Goldfinger (1964) hasta ahora, los filmes de James Bond se han asemejado a un canto Kabuki. Cada film es idéntico al anterior, solo se intercalan algunas piezas nuevas en reemplazo de las viejas, pero uno sabe de memoria el inicio, desarrollo y final de cada obra. y aún así, la gente asiste una y otra vez a verlas, en cada estreno que se hace regularmente cada dos o tres años.

Como James Bond ha inventado y perfeccionado su propio género, el mismo se cimenta en su propio mito: básicamente, los filmes considerados fundacionales (la era Connery, desde Dr. No (1962) hasta Los Diamantes Son Eternos (1971)), sobre los cuales el resto de las películas se basa, deforman, inspiran o transforman. Las acrobacias cambian, las historias son las mismas, pero camufladas. Y, la segunda base sobre la que se apoya la serie 007, es el estilo. El hombre de mundo, bon vivant, conocedor de los placeres del vino, las bellas mujeres y los autos veloces, que nos guiña un ojo, y nos hace desear ser él. La identificación con el personaje, por el deseo de ser como él.

Es entonces cuando uno se pregunta por qué no hubo agentes secretos norteamericanos exitosos, cinematográficamente. 007 es inglés. No hay espías memorables yanquis, al menos que generaran una serie larga y de calidad. y eso se debe a que los americanos no tienen buen gusto. O el sentido del estilo. O ambas cosas. Si bien el cine americano se ha perfeccionado notablemente en el género de la acción (enterradas quedaron las bizarras películas de Hal Needham – con Burt Reynolds, p.ej. – que eran versiones de 90 minutos de los Dukes de Hazzard, con masivas destrucciones de autos), no ha podido desarrollar acción “elegante”, o héroes con estilo. y debieron apelar a otras fuentes (como el comic) y a directores no habituales de Hollywood. Fíjense sino, Batman Begins dirigida por el director de Memento, Christopher Nolan, que no es el típico “auteur” de cine de acción.

XXX (2002) fue un intento, por una parte, de generar un héroe de acción moderno y, por otro lado, de generar un aggiornamiento de lo que se considera cinematográficamente el cine de espías. Bah, un enfoque moderno y yanqui de un James Bond siglo XXI. Con la diferencia que el héroe es un punk, no usa smoking, y sólo desarrolla su tarea por pasión por los deportes (y acciones) extremos. Mientras que a nivel acrobacias, XXX era impresionante, a nivel guión era pobre, los personajes acartonados, villanos y vampiresas de turno completamente blandos, y un héroe sin estilo ni mucho carisma (y no por problema de Vin Diesel, sino por la flojedad misma del guión). Una mediocre y desvirtuada copia de un film 007.

XXX State Of The Union sigue la línea, pero potenciada al cubo. No sólo no se ha procurado darle más carnadura a los personajes, darle estilo, o intentar dar un giro novedoso a la trama. Es más de lo mismo, peor desarrollado, con escenas de acción más frenéticas y ruidosas, y con argumentos más pobres. Tome un film Bond, quiten el smoking y los ambientes lujosos, pongan a un Rambo de intérprete, actores mediocres para el resto de los personajes, y háganlos decir barbaridades y hacer ridiculeces.

Hay señales que indican que las cosas no van bien. Una es cuando el original XXX (Vin Diesel) no figura en la continuación (teóricamente murió en una misión entre éste y el film anterior). La segunda, es elegir a alguien como Ice Cube como protagonista. A pesar de sus buenos esfuerzos, no es el primer ni el segundo, ni siquiera el décimo nombre que se le ocurre a uno, como actor para hacer de héroe de acción. y tercera, es cuando se llama a la silla de director a Lee Tamahori, quien comandó Otro Día Para Morir, el último film 007, y que todos reconocen como uno de los más flojos de la serie, precisamente porque traspasó los límites de su propia credibilidad (autos invisibles, escapes surfeando olas gigantescas, etc), y se acercó a las fantochadas del XXX original.

El agente Gibbons (Samuel L. Jackson, el jefe de la original XXX), recluta ahora a Darius Stone (Ice Cube) como nuevo superagente XXX. Ahora debe descubrir un plan para desestabilizar el gobierno americano y matar al Presidente (Peter Strauss). Hay armas estrafalarias, aliadas, chicas XXX, y el villano de turno, el secretario de defensa interpretado por Willem Dafoe. Esto no es ningún “spoiler” del film; cualquiera que vea el film, apenas vea a Dafoe en el casting, sabe que no interpretará a ningún personaje bueno en la trama.

Por qué no funciona?. La original no era una joya, pero al menos era una novedad. Ahora la novedad pasó y, lo que es peor, la mano de la dirección es torpe y potencia todos los errores de la primera película. Por momentos, es un film prepotente, de esos que en la acción aturden al espectador (como los típicos de Michael Bay), y por otros, se dedica a exponer de modo soberanamente aburrido tramas y personajes que no le interesan a nadie. Estas conspiraciones ya se vieron antes (por qué refritar tramas de 007, o incluso de la serie 24 horas tan mal?); estos personajes no despiertan simpatía alguna (que importa si matan a este o al otro?). Las escenas de acción están filmadas de manera inepta, sin nervio. y en ningún momento llegamos a pensar que a Ice Cube pueda pasarle algo, o que su vida esté en peligro.

No pedimos films de Bergman. Usted puede ver Indiana Jones o Duro de Matar, y deleitarse con la trama y las peripecias acrobáticas, e incluso con sus propios delirios. Pero cuando la trama y, especialmente la acción resulta tan descomunalmente absurda (y tan mal presentada que no hace al espectador cómplice), la gente no termina por divertirse con ello: lo rechaza. Por eso, le aconsejo que espere un tiempo y si quiere, alquílela. Pero no tiene la calidad mínima que un film de acción exhibido en cines debería tener.

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