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Por Alejandro Franco – contáctenos
No debe existir una etapa mas oscura en la historia argentina que la segunda llegada del Peronismo al poder. El tiempo pone distancia a todo y, como en los funerales, uno tiende a recordar las buenas acciones y los grandes momentos de alguien que ya no está. Es por eso que, en los 60 y 70, el primer Peronismo era idealizado e idolatrado a pesar de estar extincto desde hacía décadas, y de que Perón estuviera resguardado en España esperando regresar al poder ya que sus seguidores en el país lo añoraban y esperaban que el general pudiera convertir – por fin – a la Argentina en una potencia mundial. Pero cuando volvió, a principios de los setenta, el país se había vuelto un caos y Perón no estaba exento de su cuota de culpa. Ahora el Peronismo se había convertido en una bolsa de gatos, con elementos revolucionarios de extrema izquierda y extrema derecha dentro del partido, y en donde todos estaban literalmente matándose por tener un lugar (o un canal de comunicación directo) con el general, como si Perón fuera Dios reencarnado.
La realidad es que Perón siempre se consideró el salvador de la Patria, e hizo movidas de todo tipo para asegurarse una nueva presidencia – la que obtuvo en octubre de 1973 -. La pregunta del millón es por qué lo hizo: estaba viejo, tenía un montón de problemas de salud, y recibió un país en llamas que requería el esfuerzo de un hombre mucho mas joven en el poder. Muchos creyeron que Perón vendría a armonizar y desarmar posiciones, si bien el general nunca se caracterizó por ser una persona conciliadora. Uno podría resumir todo este esfuerzo del general en unas pocas palabras: egoísmo puro, obsesión con el poder y la idea de ser el único en la Tierra que podía rescatar a la Argentina del pozo… que, curiosamente, él mismo ayudó a cavar para que el pueblo lo clamara a gritos.
Lo cierto es que el esfuerzo y la realidad terminaron por pasarle por encima y en julio de 1974 – a los 79 años – fallece Perón sin siquiera cumplir un año en el poder. Para colmo su conducta extremadamente personalista lo había hecho elegir – con la influencia de su nefasto secretario privado José López Rega – a una mujer (mas tarde su esposa), la cual tenía cero interés en política y cuyo único antecedente laboral era haber sido bailarina en un cabaret en Venezuela.
Desde ya Perón quiso entrenarla en los quehaceres políticos y, después de su casamiento en 1961, el general la envió repetidas veces al país para hacer mandados políticos – hablar con contactos cercanos a las autoridades de turno, mantener vínculos con la proscripta resistencia peronista y con los sindicatos -, pero en todos ellos iba acompañada de López Rega, el cual era el verdadero cerebro político de la misión.
Es por todo eso que cuando Perón fallece en 1974, el país queda en manos de la persona menos capacitada para el cargo. “Isabelita” no era Evita – una persona con alma de caudillo y hambre de poder que sabía hablarle a las masas -, sino una mujer que se quedó con el trabajo mas desagradable del mundo en la época mas incendiaria de Argentina. Si al menos Perón hubiera bajado un cambio y hubiera aceptado en su momento la alianza con Ricardo Balbín – líder histórico de la UCR, y rival político desde siempre del general -, al menos el país hubiera quedado en manos de un político hábil y veterano. Pero Perón no quería compartir el poder y, desde los años 50, se había quedado tildado con la idea de hacer una fórmula presidencial que fuera Perón – Perón. Ahora, por esa falta de criterio, todos terminaríamos pagando las consecuencias.
El Monumento al Descamisado, parte II
Apenas una semana después del fallecimiento del general Perón, José López Rega impulsa un proyecto de ley para crear un gigantesco mausoleo donde reposarían los restos de todos los próceres de la Patria – desde el General San Martín hasta Hipólito Yrigoyen, desde el general Rosas hasta Facundo Quiroga… y, por supuesto, Perón y Evita -, el cual se erigiría en donde aún estaban los cimientos del fallido Monumento al Descamisado / Monumento a Eva Perón que la Revolución Libertadora había frenado y desarmado en 1955. Esto es, en Avenida del Libertador cerca de la Facultad de Derecho y donde hoy está ubicada la Plaza de las Naciones Unidas. El mausoleo tenía dimensiones monumentales y la piedra fundacional se puso el 23 de Noviembre de 1974.
Una maqueta que ilustra la futura ubicación del Altar de la Patria… justo en el mismo lugar en donde en los años 50 Eva Perón proyectara su gigantesco Monumento al Descamisado (y mas tarde, reconvertido a Monumento a Eva Perón cuando Evita falleció en 1952)
El drama es que el proyecto no estaba planeado como corresponde ya que no se había hecho el pertinente trabajo previo de investigación. Cuando los obreros comenzaron a romper veredas se toparon con una maraña de cables eléctricos subterráneos, cloacas del tiempo de la colonia e incluso la gigantesca base de 60 metros de concreto sólido que se habían instalado en los años 50 para el abortado Monumento al Descamisado.
Pronto el lugar se volvió un basural, quedando las obras a medio hacer, y los costos se dispararon por las nubes. Hubo que hacer cambios sobre la marcha, los cuales recayeron en manos del secretario de Vivienda y Urbanismo Juan Carlos Basile. Pero el proyecto terminaría por caerse en menos de dos años, primero por la fuga del país de López Rega, y después por el golpe de estado que derribaría a Isabel Perón en Marzo de 1976.
Cuatro años mas tarde el lugar sería reciclado para construir las instalaciones de Argentina Televisora Color (Canal 7), además de instalarse (en el año 2002) el monumento Floralis Genérica… justo sobre los cimientos del fallido Mausoleo a Evita.