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Por Alejandro Franco – contáctenos
El paso del tiempo pone una distancia enorme entre lo que realmente pasó y lo que uno termina idealizando. En tal sentido el primer gobierno de Juan Domingo Perón ha sido impregnado de un romanticismo tal que fue abrazado con fervor por los mas fanáticos décadas mas tarde. Pero lo cierto es que eran épocas ríspidas, plagadas de enfrentamientos y prepotencia, de egos enormes y proyectos faraónicos, de contradicciones e ideas exageradas. Perón quería convertir a Argentina en potencia y así encaró proyectos realmente ambiciosos (como el caza Pulqui, la instalación de la industria pesada y las primeras fábricas de automóviles, así como el fallido proyecto Huemul sobre energía atómica ilimitada) así como arregló una serie de gigantescas injusticias sociales arraigadas desde hacía décadas en la sociedad argentina; pero, por el otro lado, el éxito lo volvió arrogante e intolerante, y ante la falta de diálogo con la oposición, el país cayó en una espiral de violencia. El clímax sería la sangrienta Revolución Libertadora de 1955 y el segundo capítulo estaría dado por el regreso de Perón al país a principios de los años 70, en un clima incendiario propiciado por propios y ajenos.
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Pero a principios de los 50 Perón aún era visto como el Salvador de la Patria, y su idealismo social lo llevó a encarar la construcción de un monumento faraónico. La idea era de Evita, quien quería conmemorar el 17 de Octubre – la fecha en que los trabajadores salieron a la calle y pidieron la liberación de Perón en 1945, encarcelado por el presidente de facto Edelmiro Farrell por considerarlo demasiado ambicioso y desestabilizador para su gobierno -, momento histórico que es considerado el nacimiento del movimiento peronista. Evita quería construir el monumento mas grande que existiera sobre la tierra – mayor que la Torre Eiffel o la Estatua de la Libertad, una gigantesca torre de 137 metros de altura de los cuales los últimos 60 metros estarían dedicados a la estatua del descamisado -, albergando en su base un pequeño mausoleo donde reposara los restos de un trabajador anónimo – un descamisado -, simbolizando los ideales del partido Justicialista.
Lo cierto es que la muerte prematura de Eva Perón en julio de 1952 alteraron los planes. La cámara de diputados – sumisa a Perón – dispuso que el significado del monumento cambiara, convirtiéndolo en un masivo mausoleo donde reposarían los restos de la ex Primera Dama.
maqueta del proyectado sarcófago de Eva Perón, el cual sería manufacturado usando 400 kg de plata
El encargado de diseñar el monumento era el escultor italiano Leone Tommasi y, para julio de 1953, ya habían maquetas terminadas de lo que sería la versión final del mausoleo. Mientras tanto el cuerpo de Evita yacía resguardado en la sede de la CGT, embalsamado y esperando el momento en que la construcción estuviera terminada y pudiera ser trasladado a su destino final.
El Monumento a Eva Perón se levantaría sobre la Avenida Libertador General San Martín, entre la Facultad de Derecho, el Automóvil Club Argentino y la Residencia Presidencial, que en ese momento estaba instalada en La Recoleta. Se financiaría con lo recaudado para el Monumento al Descamisado junto con aportes populares. 16 esculturas de 5 metros de alto custodiarían las puertas de entrada al mausoleo situado en la base. En el interior del mauseolo habría una serie de relieves representando momentos claves de la historia del peronismo como el 17 de octubre de 1945; Eva Perón y los trabajadores, Eva Perón y los descamisados; Eva Perón y la mujer; los niños y Evita; el voto femenino; la condecoración de Eva Perón (el 17 de octubre de 1951); el abrazo (su abrazo con Perón el 17 de octubre de 1951); el último saludo (4 de junio de 1952); las lágrimas de su pueblo (con motivo de su fallecimiento), etc. En el centro estaría la cripta de Evita, recubierta de con 400 kilogramos de plata.
Toda esta magnificencia (y egocentrismo) sería arrasada por la Revolución Libertadora que estalló en 1955 cuando la etapa de cimientos del monumento estaba en proceso – debido a la altura del proyecto, estos debían ser enormes y profundos para soportar semejante estructura -. De las 16 esculturas solo 5 fueron terminadas y se repartieron en distintos lugares: una quedó en Mar Del Plata y otras dos estaban decapitadas y abandonadas en el lecho del Riachuelo.
Hoy en día los cimientos del monumento – de 60 metros de profundidad – están cubiertos y en su lugar figura la Floralis Genérica, una escultura metálica situada en la Plaza de las Naciones Unidas… y en donde debería haberse erigido el proyecto máximo de la época de oro peronista.
Algunos datos técnicos
- Altura total del monumento: 137 metros
- Altura total de la estatua central: 60 metros
- Altura total del basamento: 77 metros
- Diámetro de la escalinata de acceso: 100 metros
- Peso total del monumento: 43.000 toneladas
- Peso de la estatua con plataforma: 4.000 toneladas
- Hormigón armado: 14.000 metros cúbicos
- Cantidad de ascensores: 14
- Peso del sarcófago de plata en la cripta: 400 kilos.