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Los experimentos mas bizarros de la historia de la ciencia: desde elefantes drogados con LSD, híbridos entre simios y humanos hasta revivir cadaveres
Por Alejandro Franco – contáctenos
Ya hemos hablado de los experimentos del Dr. Demikhov que suponían el transplante de cabezas de perros. En su caso se trató de un trabajo pionero para lo que después serían los transplantes de organos. Pero buscando en la misma temática, nos hemos encontrado con otros experimentos científicos que frecuentemente rayan en lo bizarro. Aquí damos una reseña de ellos:
Elefantes y LSD:
En 1962 en el zoológico de Oklahoma, decidieron experimentar aplicando LSD a los elefantes cautivos del establecimiento. La dosis utilizada fue de 297 miligramos, tres mil veces superior a la cantidad tipica utilizada en seres humanos.
El propósito de los científicos era inducir a los elefantes en un estado de frenesí similar al que suelen sufrir en estado de celo. En esos casos los machos despiden un olor desagradable y se vuelven extremadamente agresivos.
El tema es que el experimento no salió como lo habían planeado. El elefante, en vez de ponerse eufórico, cayó de rodillas y no se pudo levantar. Una hora más tarde el animal estaba muerto.
Hubo una gran controversia acerca de la prueba. Al parecer el LSD no fue administrado como debía, y la mezcla con las sustancias utilizadas para revivir al animal fue fatal. Años después se repetiría la prueba en Los Angeles, administrando el LSD disuelto en agua. Pero de todos modos los resultados fueron completamente distintos a los previstos: los elefantes de la última prueba sobrevivieron pero se pasearon en un estado de borrachera durante horas, en vez de la euforia inducida que era de esperarse.
El experimento de obediencia de Stanley Milgram:
En los 60 en la universidad de Yale se produjo una extraña prueba: suponiendo a una persona corriente pedirle que asesinara a otro, lo usual es que el individuo rechace la propuesta. Pero la teoría de Milgram decía que, en determinadas condiciones y planteado de la manera adecuada, un ser humano común puede transformarse en un asesino obediente.
Milgram reunión un grupo de voluntarios, entre los cuales se mezclaron actores que cooperaban con el científico. Mientras que los actores interpretaban el rol de alumnos, los sujetos reales del experimento hacian las veces de maestros. Los maestros daban conceptos a los alumnos para que éstos memorizaran y dibujaran. A cada error cometido, se aplicaría una descarga electrica – suministrada supuestamente por el maestro presionando un botón, mientras el actor / alumno fingiría el shock -, la cual iría en aumento mientras se acumulan respuestas erróneas.
Lo que terminó por sorprender a Milgram es que las proporciones reales superaron holgadamente a lo esperado. Mientras que el científico esperaba que el 1 o 2 % se portara de manera sádica y llegara con el experimento hasta el final – terminando por aplicar una supuesta descarga letal de 450 volts al alumno -, el 60% de los individuos llegaron al punto de liquidar (teoricamente) al otro sujeto. Entre lloros y gritos, escuchando las reacciones de dolor proveniente de la habitación contigua, no cesaron en aplicar descargas mortales al otro individuo, siempre que fueran presionados con las premisas del cientifico de que “el experimento debía continuar”.
En 1974 Milgram publicó su libro Obediencia a la Autoridad: Una Visión Experimental, relatando los resultados de la prueba. La misma ha sido repetida en múltiples ocasiones, siempre con enorme cantidad de individuos llegando al punto final del experimento: el aplicar una descarga mortal al otro sujeto.
Conversión inducida de un homosexual a conductas sexuales heterosexuales:
En los años cincuenta el científico James Olds descubrió el centro del placer en el cerebro, y realizó una prueba, conectando finos cables entre esa zona y un pedal que enviaba impulsos eléctricos al mismo. Los sujetos del experimento terminaban por presionar compulsivamente el pedal (más de dos mil veces por hora), proporcionándose placer.
En 1979 realizó una variante del mismo experimento. Tomando a un sujeto homosexual, conectando los cables y utilizando el pedal, el científico realizó un envío masivo de descargas de placer a su cerebro. Con la líbido ultra potenciada después de tres horas de sesión, el científico desconectó al individuo y lo reunió en un cuarto con una prostituta. Al principio no pasó nada, pero después que la prostituta tomó la iniciativa, la pareja mantuvo relaciones sexuales exitosas. Después del experimento el individuo volvería a su conducta gay habitual.
La cabeza de perro:
En 1920 Sergei Bryukhonenko concibió una máquina primitiva que hacía las veces de estómago y corazón, y conectó a ella la cabeza cercenada de un cachorro. El animal pudo permanecer vivo durante mucho tiempo, respondiendo a estímulos de comida que Bryukhonenko le hacía, así como reflejos ante la luz sobre sus ojos o la atención ante ruidos que el científico hacía frente a la cabeza viviente.
El híbrido entre simio y humano:
En los años 20 el cientifico Ilya Ivanov realizó complejos y polémicos estudios acerca de la factibilidad de producir un híbrido de manera artificial. Mientras trabajaba en el instituto Pasteur de Paris obtuvo el permiso para utilizar la estacion de pruebas sobre simios que el mismo tenía en la Guinea Francesa. Mientras tanto Ivanov mantuvo numerosos contactos con el gobierno soviético, los cuales contribuyeron a darle fondos. Por fin en 1927 pudo capturar dos chimpancés hembras adultas a las cuales inseminó con esperma humano. Pero en ningún caso el experimento resultó exitoso. Posteriormente Ivanov volvió a la URSS y quiso hacer la prueba inversa, obteniendo cinco voluntarias a las cuales inseminaria con esperma de simios. Pero los experimentos fueron clausurados e Ivanov sería enviado a un campamento de prisioneros, donde acabaría el resto de sus días.
Expresiones faciales:
En 1924 Carney Landis, de la Universidad de Minnesota, quiso investigar las expresiones faciales de disgusto. Para poder exagerar las expresiones, dibujó líneas en los rostros de los voluntarios con un corcho quemado, antes de pedirles que olieran amoníaco, escucharan jazz, mirasen fotografías pornográficas o pusieran la mano en un balde lleno de sapos.
Pero la culminación del experimento era pedirle al voluntario que decapitara una rata blanca. A pesar de que todos dudaban, y algunos maldecían o lloraban, dos tercios de los voluntarios aceptaron hacerlo, mostrando lo fácil que mucha gente se inclina ante la autoridad. Si bien Landis sólo se interesó en el tema de las expresiones, estaba realizando una prueba similar a la de Milgram, 40 años antes de dichos experimentos.
El medico que tomaba vómito:
Según Stubbins Ffirth, médico de Filadelfia en el 1800, la fiebre amarilla no era una enfermedad infecciosa, y lo probó en sí mismo. Primero se echó vómito (de individuos enfermos) en heridas abiertas y se lo refregó sobre los ojos, luego lo tomó. No cayó enfermo, pero no porque la fiebre amarilla no fuese infecciosa. Luego fue descubierto que debía ser inyectada a la corriente sanguínea, que solía suceder por la picadura de un mosquito.
El lavado de cerebro:
Ewen Cameron estaba buscando una cura para la esquizofrenia, y su teoría se basaba en que los individuos inmóviles, escuchando mensajes durante horas y días enteros, podían alterar su conducta. De este modo podría reprogramar nuevos padrones de conducta. Pero entre 1957 y 1964 la CIA demostraría gran interés por dichos experimentos y lo financiaría bajo el proyecto MK ULTRA. Utilizando drogas, induciendo estados de coma, Cameron insertaría patrones de conducta en los individuos. Pensar que Cameron había sido miembro del tribunal de Nuremberg y había juzgado a los científicos nazis por experimentos similares a los que había realizado él mismo en USA…
El toro a control remoto:
José Manuel Rodríguez Delgado realizó un experimento a principios de los años 60, implantando un chip en el cerebro de un toro. Reunidos en un redil el toro y Delgado, el animal se lanzó a atacarlo cuando el científico sacó un control remoto y envió una descarga al cerebro, logrando detener al animal.
Mensajes subliminales para evitar comerse las uñas:
En 1942, Lawrence LeShan intentó influenciar a un grupo de jóvenes de forma subliminal para que dejasen de comerse las uñas. Mientras dormían, les pasaba un disco con una voz diciendo: “Mis uñas saben terriblemente amargas”. Pasó que el tocadiscos se rompió, así que él mismo decía el diálogo todas las noches.
Y pareció funcionar, ya que para el final del verano el 40 por ciento de los niños dejó de comerse las uñas. Aunque la explicación de LeShan suena más interesante, según él los niños pensaban “Si dejo de comerme las uñas el hombre raro se irá lejos”.
Cadaveres revividos:
El sobrino de Luigi Galvani (inventor del proceso del mismo nombre), Giovanni Aldini, viajo por toda Europa ofreciéndo demostraciones de que la electricidad podía mover los músculos en animales muertos. El 17 de enero de 1803 realizó su demostración más famosa, aplicando 120 volts sobre el cuerpo de George Forster, un asesino que había sido ejecutado.
Cuando Aldini introdujo los polos en la boca y las orejas del muerto, los músculos de su mandíbula se agitaron hasta que su rostro contrajo una expresión de dolor. Sus ojos se abrieron de par en par. Pero el gran final fue cuando Aldini puso los polos en la oreja y otro en el recto del cadaver. El cuerpo de Forster comenzó una danza macabra totalmente shockeante. El suceso fue documentado por el London Times de dicha época.
Viendo a través de los ojos de un gato:
En 1999 los dres Yang Dan y Fei Li experimentaron con gatos en la Universidad de California. Conectaron un computador al cerebro del felino mientras unos receptores eran aplicados sobre los ojos del animal. El resultado fue la grabación de lo que el gato podía ver a través de sus propios ojos.
Frente al peloton de fusilamiento:
En 1938 el doctor Stephen Besley convenció al condenado a muerte John Deering para registrar sus pulsaciones cardíacas al momento de su ejecución frente a un pelotón de fusilamiento. A pesar de la aparente calma de Deering su pulso estaba en 120 latidos por minutos en presencia de los tiradores. y cuando la orden de disparo llegó, los latidos subieron hasta 180 por minuto.
Perros revividos:
Robert E. Cornish (1894-1963), un biologo de California, logró revivir a dos perros (Lazarus IV y V) que habían sido sacrificados por una sobredosis de eter en 1935. Cornish los había revivido poniendolos en un sube y baja mientras le inyectaba adrenalina y anticoagulantes.