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Debajo de una historia plagada de estereotipos y lugares comunes se esconde una épica de heroísmo y solidaridad ejecutada por la fuerza de inteligencia mas eficiente y letal del planeta.
Por Alejandro Franco – contáctenos
Argo Light o Capitán Sión: El Primer Rescatador. Si, esta es una de esas historias basadas en hechos reales maquillada por Hollywood, y sin demasiada sangre en las venas – a los sumo un puñado de momentos de tensión -. Pero lo cierto es que la historia real es mucho mas épica y daba para un thriller mucho mas electrizante con un libreto mas afilado. Acá solo va de correcto, y la presencia de un cast integrado por modelos de pasarela no ayuda demasiado al realismo.
Para ver Operación Hermanos (o El Resort de Buceo del Mar Rojo, título original en castellano) le recomendaría ver primero la miniserie documental Mossad que Netflix tiene en su stock. Es electrizante. Los americanos pueden llenarse la boca con la CIA y el alcance de su poder a nivel mundial, pero no hay servicio de inteligencia mas eficiente (y expeditivo) que el Mossad. Tipos que solo precisan un par de cuchillos, una pistola, un bidón de gasolina y algunos fósforos para desarticular ejércitos enemigos enteros, infiltrar potencias extranjeras, ganar guerras por anticipado con la data obtenida… y liquidar sin el mas mínimo miramiento a terroristas y enemigos del estado. Nada de super satélites, hiper hackeo ni nada por el estilo. Los tipos tienen unos cojones tremendos, los ves de remeritas y jeans planeando rescates imposibles (¿recuerdan Entebbe?) o persiguiendo en silencio durante años a los responsables de la masacre de las Olimpiadas de Munich. Acá deciden montar un vasto operativo para rescatar a los judíos de Etiopía – lo que se conoce como la nación Beta Israel; a la hora de salir de Egipto en busca de la Tierra Prometida hubo varias tribus que se apartaron del camino de Moisés y terminaron en el Africa profunda, la cual (en los años 70 y en la actualidad) era un hervidero de violentos y genocidas -, los cuales quedaron atrapados en medio de una guerra civil y cuya única salida era la lindera Sudán, la que para colmo es musulmana. Ari Levinson (Chris Evans, sin cambiar mucho su perfil como Capitán América; tipo honesto, valiente y sufrido, un idealista de primer orden) ha sacado de a puñados pero los judíos etíopes son decenas de miles y qué mejor manera de extraerlos que montando una operación clandestina a plena vista: alquilando un abandonado resort construido por italianos en la década del 70 sobre las costas del Mar Rojo, un camino directo por mar hasta la misma Israel. Claro, el resort deben operarlo y atender a turistas como si fuera real y, mientras tanto, deben sobornar a los corruptos gobernantes sudaneses para que los dejen trabajar mientras que todas las noches despachan un par de cientos de africanos en dos vetustos camiones que van clandestinamente a los campos de refugiados y los vacían en silencio.
El filme tiene sus momentos. Hay un vicioso coronel sudanés que no duda en masacrar gente con tal de obtener información y que tiene la mirada clavada en el resort que dirige Evans… al cual no puede tocar porque el secretario de gobierno – al que los israelíes (haciéndose pasar por canadienses) endulzaron con casi medio millón de dolares – los protege. Pero las pruebas se acumulan, los escapes son cada vez mas riesgosos y cuando llega el climax – que levanta la adrenalina en un relato correcto y potable -, hay 400 refugiados escondidos entre las instalaciones del resort… mientras la milicia sudanesa lleva a cabo una tensa cena con Evans y asociado y revisa cada palmo del lugar.
Operación Hermanos me gustó, sin que eso signifique que sea memorable, totalmente creíble o siquiera fiel a los hechos reales. Es un buen thriller con un muy buen cast (en especial la espectacular Haley Bennett, a la que quiero en el Universo Cinemático Marvel ya!) y buenos momentos y, para lo que es la oferta de Netflix, es superior a la media de lo que ofrece el gigante de streaming en su galeria de filmes originales.