Cine, TV, Video: crítica: Tokyo Trial (miniserie, 2016)

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Una miniserie que podía ser apasionante termina desvirtuándose en algo soporífero y reiterativo, una discusión virtual sobre jurisprudencia que pierde el verdadero objetivo de la serie – la discusión de los crímenes de guerra cometidos por los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial – por millones de kilómetros. Calificación: 2/5

Cine, TV, Video: crítica: Tokyo Trial (miniserie, 2016)

Por Alejandro Franco – contáctenos

Todas las personas con un conocimiento mínimo de historia sabe qué fueron los juicios de Nuremberg – el enjuiciamiento a los altos jerarcas nazis que fueron atrapados con vida cuando la Alemania de Hitler cayó en Mayo de 1945, con la derrota a manos de los aliados en la Batalla de Berlín -. Fue una exposición masiva del horror provocado por las políticas racistas del Tercer Reich, amén de ejecutar una guerra “agresiva” – que no respetaba la Convención de Ginebra sobre el trato hacia prisioneros y ocupantes de territorios invadidos, y que terminaba con constantes masacres, ya fueran en el campo de batalla o en los campos de concentración y exterminio -. Lo que muy pocos han hablado ha sido del mismo tipo de juzgamiento efectuado en el otro extremo del mundo cuando los japoneses perdieron la guerra en Agosto de 1945.

Tokyo Trial viene a sustituir ese bache histórico, hasta ahora cubierto sólo por algunos documentales. Mientras que los juicios de Nuremberg fueron espectaculares – sacaban a la luz el horror nazi, eran los aliados juzgando a un adversario feroz e implacable -, los juicios de Tokio tuvieron su cuota de manipulación principalmente porque el principal actor de la derrota japonesa – Estados Unidos y su intermediario, el general Douglas McArthur – así lo quisieron. Con tal de pacificar la población excluyeron de la lista al emperador – dios Hirohito, y se dedicaron a juzgar ministros de guerra y generales, menos de 40 individuos lo cual es demasiado poco considerando que los japoneses habían estado invadiendo y masacrando gente desde principios de los años 30, y habían aplastado a todo el sur y oeste de Asia. Se armó un jurado internacional – compuesto por americanos, británicos, holandeses, franceses y asiáticos -, los que representaban básicamente a las colonias invadidas y a los países agredidos. He allí un punto en discordia: mientras que Hitler conquistó países independientes, Japón invadió colonias, o sea territorios que las potencias europeas ya habían tomado por la fuerza en el siglo anterior, lo que pone en discusión si Japón no tenia el mismo derecho de ser una potencia colonial. Por el otro lado un juez indio y uno holandés comienzan a discutir si se puede juzgar a los japoneses por una doctrina judicial – el de la guerra agresiva – que surgió posterior a sus invasiones y actos atroces – una ley posterior al delito – (eso sin mencionar que el atroz bombardeo atómico de los Estados Unidos a las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki queda fuera de toda discusión… y son actos aberrantes de masacres multitudinarias). Todo esto termina generando un desbarajuste de proporciones épicas porque la mitad de los jueces se declara en rebeldía, sabiendo que si aceptan esa posición tan liberal no sólo pueden dejar a todos los criminales de guerra en libertad sino que pueden reabrir y hasta anular los veredictos de Nuremberg. Es una discusión tan densa como banal, simplemente porque los tipos tienen sentados en el estrado a un montón de asesinos – especialmente los militares, que manejaban a los politicos como marionetas -, los cuales cometieron todo tipo de horrores (vean sino Hombres Detrás del Sol, que comentamos en nuestro portal SSSM, y que narra los experimentos inhumanos que cometían los japoneses con los chinos en la unidad 731 enclavada en China continental), y mataron gente a mansalva como la Marcha de la Muerte de Filipinas – donde locales y norteamericanos marcharon durante 101 km bajo un sol ardiente sin agua ni comida, sufrieron abusos físicos de todo tipo y perecieron en grandes cantidades -. Si el fin supremo es la justicia, ¿por qué desviarse con detalles y minucias?.

Es cierto que los juicios de Tokio fueron menos prolijos que los de Nuremberg. Los norteamericanos no querían aniquilar las bases del Imperio, sino ayudarlo a reconstruir para hacer de los japoneses un bastión aliado anticomunista en el Oriente. Por otra parte un juicio acotado a grandes figuras daría una sensación de justicia y cierre, pero es claro que no estuvieron en el estrado todos los que deberían haber estado. Y, quizás lo peor, es que los tipos responsables de los experimentos inhumanos en China terminarían obteniendo impunidad y obtendrían trabajo con la inteligencia norteamericana, aportando sus espantosos descubrimientos sobre el límite del dolor que puede padecer el cuerpo humano.

Tokyo Trial es una miniserie aburrida, fútil, banal. Se desvía por la tangente en la jurisprudencia cuando debería apuntar al destape de los horrores de la guerra cometidos por los japoneses. Un gran cast se deshace en palabrería que no complace, y aunque estas discusiones hayan sido reales, sólo serán de interés para abogados y jueces, pero no cumplen con la expectativa de lo que uno esperaba de un filme sobre el juicio a un grupo de los mas atroces criminales de guerra que hayan existido.