Novelas y cuentos online: selección de poemas y poesías de Valeria Azul

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Por Valeria Azul – visítela en http://www.poemas-poesias.com.ar/

Cielo y Barro

Solo doce años,
cuando mi vocación nació.
Sembrar, segar, hilar,
ayudar, compartir, perdonar.

Pasaron muchos años,
aquí estoy sentada,
en esta encrucijada
inesperada del camino.

Es corta la vida,
¿por qué renunciar?
¡contéstame Dios!
¿si debo ahogar
los lamentos
de mi alma en pena?

¿Cuál es el castigo
por querer ser feliz
ignorando las reglas
de esta hermandad?

Si amar es pecado
¿no esta compensado
con hacer feliz,
a los marginados,
asistidos en mi camino?

Te pido perdón
por no dominar mi corazón,
¡pero tú nos hiciste
de cielo y de barro!
¡No pretendas más que
lo que nos diste!
¡no puedo ser solo cielo
y agradar a tus ojos!
¿Qué hago con el barro?
¿Qué hago con los años?
¡Contéstame Dios!!
yo te escuchare
y si tu me lo pides
¡ renunciare!

Imagino

Me gusta suponer que me extrañas,
que cada noche desciendes al infierno
al noveno circulo como el pagano Virgilio
sin mi.

Presuponer tus días vacíos sin horas,
combinando palabras que loco deliras
en rimas e interminables sonetos,
sin mi.

Ansiando enredarte en mi larga cabellera,
cubriendo mi vientre con lunas llenas,
colocando estrellas en mi cintura ¡absurdo!
sin mi.

Me deleita pensar que estas sin voz,
de tanto llamarme, tu boca de fuego,
es ahogada por tormentas de nieves,
sin mi.

Me gusta pensar que los recuerdos
te invaden y lloras sin consuelo.
Terminas de llamarme, viajas mañana
-¡Feliz Luna de Miel ¡-¡SIN MI!

Hoja

Soy una hoja que el viento azota
lleva por caminos imprevistos,
me sacude, raspándome, ajándome
por calzadas desconocidas.

Si el día es otoño, mi color es ocre
y mi cuerpo gastado sufre,
mi mente se interna en porfías,
que se pierden en domos cuadrados.

Si en la jornada besa la primavera,
la sangre corre por las nervaduras
a una velocidad enloquecida,
disfrutando la lluvia que serena mi sed.
reverdeciendo el color de la piel.

Pero a veces amanezco verano
y el sol entibia mi alma florecida,
brillando entre todas las demás hojas,
me siento tangible en mi árbol madre.

Cuando llega el invierno con el frío,
la oscuridad de sus cortos días,
las ramas secas sin golondrinas
voy desapareciéndo mansamente,
rodando por extrañas distancias,
sin encontrar la calle, la vía,
que me lleve a mi Árbol.